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Noches frías y crueles

 

Noches frías y crueles

Es una noche de domingo que jamás voy a olvidar. El frio intenso viene acompañado de una fuerte llovizna que deja completamente mojada la avenida y sus pistas. Sentado en las bancas del paradero del bus, me acompaña un cigarrillo y con ello trato de entender lo que sucedió (Por más que me esfuerce no logro comprender nada).

Finalmente logré subir al bus público, posteriormente me recuesto sobre la ventana cubro mi cabeza con una húmeda chalina de lana. Con la mirada perdida, trato de distraer mi mente y evitar recordar lo acontecido. ¡No puedo contenerme!

Durante la tarde todo fue armonía y mucha alegría entre nosotros. la charla era tan amena que las risas escandalizaban a los demás comensales del restaurante donde nos encontrábamos. La narrativa de nuestras historias nos envolvió en un sano entretenimiento que incluso perdimos la noción del tiempo. Para ser nuestra primera cita, nos enredamos en una serie de temas y muchos de ellos denotaban honestidad y transparencia para sustentar nuestra forma de ver la vida.


Una hermosa joven treintañera con muchas cualidades personales y profesionales que valora mucho su fe en Dios como fundamento de éxito en su vida. Luchadora, emprendedora y muy jovial; Ha aceptado salir con un tipo ya cuarentón, que tiene una hija adolescente y un matrimonio tóxico y ya arruinado. Aquel tortolito quedo encantado con una mujer tan inteligente y encantadora.


Terminada la cena, le acompañe con destino a su casa, puesto que existió un acuerdo previo que la noche se cerraría yendo a un bar y beber un poco de licor para calentar la noche y si se presenta la oportunidad bailar seria mejor... Faltando muy poco para la llegada del taxi que nos movilizaría para lo que resta de la noche. existió un cambio brusco que me dejo perplejo.

La bella dama, se detuvo, miro su reloj y exclamo: "Tengo cita en la peluquería", luego mostro su rostro de preocupación, cancelo todo y se subió apresuradamente un bus publico para marcharse sin una despedida final. 

Sólo recuerdo que extendí mi mano hacia ella y nunca pude tomarla por la prisa que llevaba.

Acaso fue algo que dije o hice?? 

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1 Comentarios

Maty Marín dijo…
Julio,

Escribes tan pero tan lindo! Definitivamente es un don que Dios te dio.
Me encanta de esta trama que has elegido, su sentido tan casual y natural al presentar una situación aparentemente "no dramática", pero que tiene todo el drama de este mundo precisamente por ser tan común, una persona que cambia súbitamente de actitud para sorpresa de quien disfruta de su compañía, rompiendo así sus sueños y sus ilusiones, sin nada que pueda explicar lo sucedido.
Esto es muy humano, tierno y tu escritura es impecable. Gracias por este regalo!

JULIO CÉSAR GÓMEZ BARRETO

"EL SOLITARIO"
El dolor de decirte "Adiós"
Amigos por Siempre